Cuando uno decide poner play (o pagar para ver) a una película de Marvel, sabe la estructura de lo que se va a encontrar. Una primera escena de acción, luego una pausa de una hora y media, para luego un tercer acto plagado de acción. Lo que suceda en el medio puede tener diversos ritmos. Incluso, puede ser interesante o no. Eso es lo de menos. Lo que importa es que el inicio y el final estén lleno de efectos especiales, por más que el espectador nada entienda y la escena en sí, nada transmita.
Ahora bien, si ya sabemos lo que vamos a ver, creo que es ilógico quejarnos de lo que sabemos que vamos a ver.
Si en la primera parte, los Superhéroes se enfrentaron a un Dios mitológico, en esta oportunidad, el peligro es sobre una computadora que ha adquirido la inteligencia para destruir la tierra y, con ella, la maldad que la habita.
Premisas ridículas de lado, esta vez la película nos traslada hacia un costado más humano sobre los personajes de los cuales es imposible sentirse identificado. Así, cuando somos testigos del vínculo entre los dos hermanos o del vínculo entre Hawkeye y su familia oculta, nos adentramos en el terreno que posteriormente nos traerá hacia el golpe bajo.
Es una secuela digna, si medimos con el parámetro que se miden estas producciones. Tiene los grandes efectos especiales que esperamos e incluso hay lugar para el romance. Nuevos personajes que aparecen para ayudar a los Avengers y una igualdad de distribución de metraje entre el elenco protagónico.
Calificación: 7 - Recomendable
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