Bienvenido a una película tan disparatada como divertida, en donde dos hermanos Dylan y Dane, esquivan la consigna paternal de asistir a un campamento militar para mejorar sus conductas y terminan en uno de verano, siendo capitanes de un equipo de infantiles, inseguros y capirchosas criaturas que, lejos de representarles un problema, terminan siendo cómplices de los diversos hechos absurdos que suceden en todo el metraje.
Lo bueno de esta clase de películas es que no se aplican las leyes de la lógica que deberían aplicarse a un film de adultos. Aquí no hay tiempo para la tristeza, para la desesperanza ni para los conflictos que traerán tristeza a sus personajes principales. Acá todo es adrenalina, diversión, situaciones hilarante una tras otra sin pausa. Tan frenéticas escenas que uno queda ezquisofrénico tras ver la cinta.
No necesitamos personajes profundos, ni conflictos entre hermanos que marquen una rivalidad entre ellos. Acá todo se acepta al estilo sit-com. Oh, qué maravilloso es poder crear según las propias reglas de las niñez, donde hay que vender el producto sin usar el sexo ni los lugares comunes del melodrama. Hay que entretener y hay que divertir de verdad. Y eso es justamente esta película.
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